HOMILÍA “SER SOLIDARIOS UNOS CON OTROS”

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Evangelio Mt. 19, 3-12

14 de agosto del 2020

“Ser solidarios unos con otros”

Definitivamente nuestras relaciones humanas son complicadas porque no somos perfectos, somos limitados y pecadores, y los demás tampoco son perfectos, y siempre vamos a tener dificultades en las relaciones humanas.

Pero aquí lo más importante, y no me refiero solo al matrimonio, sino me que  refiero a toda la realidad social, desde los padres con los hijos, los hijos con los padres, desde aquella persona con la que trabajas o el lugar donde estudias, desde el Obispo con sus sacerdotes, el sacerdote con los obispos o entre obispos, los religiosos en su comunidad o las religiosas, en fin. Siempre vamos  a tener dificultades, las relaciones humanas son muy complicadas.

Pero aquí viene el arte de vivir y Jesucristo nos da la clave hoy. En esta fiesta de Maximiliano Kolbe, este santo nos invita con su vida a seguir las huellas de Cristo, a aprender a dar nuestra vida por los demás, a morir a nosotros mismos dándole vida al otro, a tratar de renunciar a lo que me gusta por aceptar lo que le gusta al otro.

En nuestra convivencia diaria siempre tenemos que ceder ante las limitaciones del otro, y a veces tienen que ceder los demás ante nuestras propias limitaciones. Pero la clave de todo, es saber morir a mí mismo a mi propio ego, para que el otro viva.

Y esto es lo que nos enseña Maximiliano Kolbe, porque él de alguna manera estando en la cárcel vivió ese martirio. Se escapó un preso y para escarmiento, para castigar, para que no lo volvieran hacer, pues agarraron a una persona que Maximiliano sabía que tenía familia y lo iban a matar, y él dijo – prefiero que lo hagan conmigo, yo me ofrezco en lugar de esta persona –,fue encerrado y fue en privado, padeció hambre y murió, murió de hambre.

También nosotros estamos llamados a darnos, porque la mayor realización que puede tener el ser humano no está dentro de sí mismo, está siempre en relación con el otro.

Por eso, siempre les he dicho, chéquense cuando se dan al otro, cuando hacen feliz a otra persona renunciando a muchas cosas que les gusta, ¿cómo se sienten?, ¿se sienten felices? Porque esa es la clave de nuestra naturaleza.

Muchas veces podemos destruir nuestra vida cuando caemos en el círculo o en el torbellino del egoísmo, podemos destruir nuestra vida, porque nos vamos viendo solo a nosotros mismos, nos vamos quedando solos, aislados de los demás.

La Palabra de Dios hoy nos habla del egoísmo en el que podemos caer. Sabemos que hoy en las familias hay una gran cantidad de divorcios, de rompimientos. Y cuando una familia se desquebraja, no solamente es, ya cortamos y cada quien a su vida, sino que es una herida que se queda para siempre, y cuando hay hijos esa herida todavía supura con más fuerza y dañamos la vida de los hijos.

Por eso, siempre hay que hacer un esfuerzo por tratar de conservar un matrimonio, no digo a toda costa, porque hay momentos donde es imposible ya la convivencia, pero sí, no dejar que lleguen esos momentos, sino que desde antes ir viviendo esta dinámica del amor, pero no solamente de una de las partes, sino de las dos.

Es importante que vivamos nuestra fe, porque la fe nos da fortaleza, esa luz, ese espíritu para vivir en esa renuncia constante en nuestras relaciones hacia los demás e ir construyendo esos puentes de amor.

Hoy yo quiero ofrecer esta misa por todos aquellos que están encarcelados, por todos los hombres y mujeres que viven privados de la libertad, para que también ellos donde viven, ahí en las cárceles, aprendan a saber convivir y a ser solidarios uno con otros.

Pidamos por ellos, para que Dios los ilumine en su situación y que les dé la fortaleza para poder vivir en plenitud desde su limitación.