¿PARA QUÉ LA LEY?

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Hermanos y hermanas. Buenos días.

¿Para qué la ley? Esta es la pregunta que siguiendo a san Pablo queremos profundizar hoy, para reconocer la novedad de la vida cristiana animada por el Espíritu Santo.

Pero, si está el Espíritu Santo, si Jesucristo nos ha redimido, ¿para qué la ley? Esto es lo que tenemos que reflexionar hoy.

El apóstol escribe: <<si se dejan conducir por el Espíritu, no están bajo la ley>>.

Sin embargo, los detractores de Pablo sostenían que, los Gálatas tendrían que seguir la ley para ser salvados, regresaban atrás, tenían nostalgia de otros tiempos, de los tiempos de Jesús. El apóstol no está en absoluto de acuerdo, no es en estos términos que se había acordado con los otros apóstoles en Jerusalén. Él, recuerda bien las palabras de Pedro, cuando sostenía, por qué ahora tientan a Dios poniendo sobre el cuello de nuestros discípulos un yugo que ni nuestros padres, ni nosotros pudimos sobre llevar.

Las disposiciones que surgieron en ese primer Concilio que fue el de Jerusalén, eran muy claras y decían: que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros, no imponernos más cargas que están y sean indispensables, abstenerse de los sacrificios a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza.

Algunas cosas que tocaban el culto a Dios, la idolatría. Y tocaban también, el modo de entender nuestro tiempo.

Cuando Pablo habla,

hace referencia normalmente a la ley de Moisés, a la ley mosaica, esta estaba relacionado, estaba en camino, era para preparar, estaba en relación con la alianza que Dios había establecido con su pueblo.

Según varios textos del Antiguo Testamento: la Torá, el término hebreo con el que se indica a la ley, es la recopilación de todas esas prescripciones y normas que los israelitas deben observar en virtud de la alianza con Dios.

Una síntesis eficaz de lo qué es la Torá se puede encontrar en este texto del Deuteronomio y dice así:

Porque de nuevo se compadecerá el Señor, en tu felicidad, como se complacía en la felicidad de tus padres. Si tú escuchas, la voz del Señor tu Dios, guardando sus mandamientos y sus preceptos, lo que está escrito en estos libros de esta ley. Si te conviertes al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

La observancia de la ley garantizaba al pueblo los beneficios de alianza y vinculo particular con Dios, este pueblo, esta gente, estas personas, están relacionadas con Dios y hacen ver esa unión con Dios, en el cumplimiento y en la observancia de esta ley.

Estrechando la alianza con Israel yo te había ofrecido la Torá para que pudieran comprender su voluntad y vivir en la justicia.

Pensemos, en aquel tiempo había una necesidad de una ley así, que Dios había dado a su pueblo, porque en ese tiempo existía el paganismo en todas partes, en todo lugar, esos actos humanos que derivan de la idolatría. Por eso, esto es un gran don, la ley es un gran don para ir adelante.

Muchas veces en los libros de los profetas, se señala esta observancia de la ley, que constituía una traición a la alianza, provocando la ira de Dios. La relación entre alianza y ley, era de tal manera estrecha, que las dos estaban juntas y no se podían separar.

La ley es la expresión de un pueblo que está en alianza con Dios. A la luz de todo esto es fácil entender, cómo se ponían en juego esos misioneros que infiltraban en los Gálatas para sostener la adhesión a la alianza con llevaba también la observancia de la ley mosaica, así como era en ese tiempo.

Sin embargo, precisamente, sobre este punto, podemos descubrir la gran inteligencia espiritual de san Pablo y las grandes intuiciones que él ha expresado sostenido por la gracia recibida para su misión evangelizadora.

El apóstol explica a los Gálatas que en realidad la ley y la alianza no están vinculadas de forma indisoluble. La alianza con Dios y la ley de Moisés.

El primer elemento sobre el que se apoya, es que la alianza establecida por Dios con Abraham, se basó en la fe, en el cumplimiento de la promesa y no en la observancia de la ley, que todavía no estaba.

Abraham comenzó a caminar, siglo antes de la ley, escribe el apóstol. Y digo yo, un testamente ya hecho por Dios en forma definitiva con Abraham, no puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde con Moisés, de tal modo, que la promesa quede anulada.

Esto es importante, porque nosotros los cristianos caminamos en la vida mirando una promesa, una promesa que nos llama, que nos atrae, para seguir adelante, ir al encuentro con el Señor.

Si la herencia dependiera de la ley y no en base a la promesa, sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en la promesa, con la ley que vino 430 años después.

Con este razonamiento Pablo alcanza un primer objetivo. La ley no es la base de la alianza, porque llegó sucesivamente. Era necesaria, era justa, pero antes existía la promesa, la alianza.

Un argumento como este pone en evidencia a los que sostienen que la ley mosaica sea parte constitutiva de la alianza. No, la alianza es antes, es una llamada a Abraham.

La Torá, la ley de echo está incluida en la promesa hecha Abraham. Dicho esto, no se debe pensar que san Pablo fuera contrario a la ley mosaica, no, él la observaba.

Muchas veces en sus cartas defiende su origen divino y sostiene que esta posee un rol bien preciso en la historia de la salvación.

Pero la ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla. Este es un camino que nos lleva adelante, hacia el encuentro.

Pablo usó una palabra, no sé si está en el texto que es muy importante. La ley es pedagógica hacia Cristo, hacia la fe en Cristo. Es el maestro que nos lleva de la mano al encuentro.

Quien busca a la vida necesita mirar a la promesa y a su realización en Jesucristo.

Queridos esta primera exposición del Apóstol a los Gálatas presenta la novedad radical de la vida cristiana. Todos los que tienen la fe en Jesucristo, están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la ley y al mismo tiempo ya lleva al cumplimiento según el mandamiento del amor.

Esto es muy importante, la ley nos lleva a Jesús, pero alguno de ustedes me puede decir, Padre una cosa, esto quiere decir que, si yo rezo el credo no tengo que observar los mandamientos. No, los mandamientos tienen actualidad en el sentido que son pedagógicos, que nos llevan al encuentro con Jesús, pero si tú, dejas de lado el encuentro con Jesús y quieres dar importancia a los mandamientos, este era el problema de los misioneros fundamentalistas que se habían mezclado con los Gálatas, para desorientarlos.

Que el Señor nos ayude a caminar en el camino de los mandamientos, pero mirando el amor de Cristo, hacia el encuentro con Cristo, sabiendo que el encuentro con Jesús es más importante que todos los mandamientos