MIÉRCOLES DE CENIZA 2018

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El miércoles de ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es el que sigue al carnaval), se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza, fruto de la cremación de las palmas del año pasado. Cubrirse la cabeza con ceniza, vestirse con saco y ayunar son signos de penitencia.

<<Conviértete y cree en el Evangelio>> Si, esta es una de las expresiones que el ministro pronuncia. La imposición de la ceniza es el inicio de la cuaresma, es un tiempo favorable. Si de verdad nos implicamos en esta propuesta de conversión, si nos reconciliamos con Dios, será un camino de liberación y de vida renovada.

Otra de las expresiones del ministro es: <<Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás>> un signo y unas palabras que expresan muy bien, por una parte, nuestra caducidad y nuestra conversión, y por otra la aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.

Reflexionemos y centrémonos en lo esencial de este tiempo, preguntémonos por qué tan a menudo, cosas superfluas pasan a ser importantes en  nuestra vida hasta el punto de distraernos de las relaciones con Dios y con los demás.

La iglesia en este inicio de la cuaresma nos pide ayunar, hacer oración y dar limosna. El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.

El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia.

El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.

Celebrar el miércoles de ceniza quiere decir estar decidido a organizar de nuevo la vida y a ponerse en marcha de camino hacia la Pascua.