Homilía “La Transfiguración del Señor”

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Homilía de Mons. Carlos Briseño Arch, OAR

06 de agosto del 2020

La transfiguración del Señor.

Queridos hermanos:

Esta fiesta de la Transfiguración es la que nos debe recordar una gran realidad; el encuentro con Dios, un encuentro que transforma.

Y algo que tenemos que buscar todos los días o siempre que escuchemos la Palabra de Dios, siempre que vivimos la Eucaristía, es precisamente, esa voz de Dios.

<<Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo>>

Eso es precisamente lo que Dios nos dice, nos dice todos los días, este es mi Hijo muy amado, esta es mi Palabra, escúchenla. Pero para escucharla tenemos que hacer el esfuerzo que hicieron esos 3 discípulos de Jesús, seguir a Jesús, y no seguirlo en un llano, sino subir a una montaña; y subir a una montaña, pues no es fácil, supone un esfuerzo, subir en nuestra vida espiritual. Tener un encuentro con Dios supone poner todos los medios, para encontrarnos con ese Dios.

Hoy, con este asunto del confinamiento, pues a veces quisiéramos ver a mucha gente o quisiéramos viajar, y hay gente que tiene que viajar por su trabajo o por un asunto importante, y pues tiene que poner todos los esfuerzos y tomar las medidas de precaución, para poder encontrarse con las personas que se tiene que encontrar y hacer el trabajo.

Sin embargo, también cuando nosotros nos relacionamos con Dios, también tenemos que hacer un gran esfuerzo. Yo sé que, el que nosotros estemos escuchando la Eucaristía por Internet, pues tiene una cierta facilidad para todos nosotros, pero tenemos que tener cuidado en no caer en la superficialidad, sino estar atentos a lo que nos dice Dios. Estar tratando de vivir la Eucaristía, aunque sea así, en línea.

<<Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo>>, nos dice hoy el Señor.

Nos dice, que no queramos ir fuera, sino que entremos dentro de nosotros y que nos dejemos transcender; trascendamos, vayamos más allá de nosotros mismos.

Y el único que puede hacer que nuestra vida trascienda, y vaya más allá, es decir, de nuestros propios límites, es Jesús, es su palabra, que es luz, lámpara de nuestra vida.

Y así como iluminó en ese momento de la transfiguración la vida de estos 3 apóstoles, también el Señor quiere iluminar nuestra vida, pero quiere que también subamos con él el monte del Señor, es decir, que hagamos ese esfuerzo por seguirlo y escucharlo. Para que él nos muestre la grandeza del reino, nos muestre la grandeza de nuestra vida, y cómo nuestra vida está llamada a algo muy grande, y nos de esa alegría y esa paz, que solamente podemos vivir cuando vivimos en presencia de Dios.

Que el Señor nos ayude a vivir en este día de la transfiguración, y que nos ayude a transfigurarnos para que podamos ser testigos de su amor entre nuestros hermanos.

Que así sea.