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Hermanos.

Hoy, ante la pérdida de nuestro hermano Víctor, nuestras palabras del evangelio resuenan en mis oídos y nos hacen ver la caducidad de nuestra propia vida, sin embargo, nos hacen ver, también, la permanencia de Dios en nosotros.

Hoy, creo que es un día para darle gracias a Dios, por tantas maravillas que ha derramado a través del padre Víctor, en todos los que han estado con él.

Era un hombre, con sus debilidades, pero también con un gran corazón, muy querido por todos, era una persona amigable.

Yo quisiera valorar este gran regalo que, nos dio Dios, a través de él, y darnos cuenta de la caducidad de nuestra vida. Lo único que nos vamos a llevar son las buenas obras que hayamos hecho por los demás.

Cada día debemos de construir nuestra propia existencia, tratar de dar lo mejor de nosotros a los demás.

Jesús se proclama como el autor de la verdad, y realmente, cuando nosotros tenemos a Cristo, tenemos la verdad en nuestra vida. Estamos tan acostumbrados al mundo de las mentiras, que hoy con mayor facilidad las personas mienten, dicen cosas falsas. Y ya como que nos estamos acostumbrando a ese lenguaje.

Por eso, nuestra fe no solo tiene que ser algo emotivo, algo que surja del corazón, sino que cada uno de nosotros tenemos que formarnos e informarnos en nuestra fe, para profundizar en la verdad que Cristo nos revela. La verdad del hombre, de la vida, del mundo. Y no ir tras esas mentiras que, el príncipe de este mundo se ha encargado de sembrar en muchos corazones de muchas personas.

Cada vez que nosotros nos acercamos a Cristo, nos damos la oportunidad de vivir en la verdad.

Jesús nos dijo: <<yo soy el camino, la verdad y la vida>>.

Solamente quien va a él, encuentra esa verdad en su vida. Hoy estamos muy acostumbrados a decir, pues esta es mi verdad y aquella es su verdad. No existe una verdad relativa, existe una verdad absoluta y esa verdad es Cristo Jesús.

Por otra parte, la tristeza es fruto, precisamente, de la mentira, de no vivir en la verdad. Si es cierto que, hay tristezas que son buenas, por ejemplo, cuando nos entristecemos por haber pecado. Hay tristezas que son malas, esas que nos llevan al desánimo.

A veces que vemos tantas malas noticias, que podemos caer en esa desilusión, en esa desesperanza. Cristo nos dice que, no caigamos en esa desesperanza, porque eso es lo que quiere el príncipe de este mundo.

Son más las cosas buenas que nos suceden, que las cosas malas; sin embargo, las cosas malas son las que más aparecen.

Los noticieros están llenos de noticias malas, por qué, porque es lo que vende. Una noticia buena, no vende. Pero hay muchas cosas buenas en esta vida, simplemente el estar sanos, el tener un techo, el pan de cada día, una familia, un trabajo o un estudio, las personas con las que convivimos. No podría acabar de dar gracias a Dios de tantas y tantas maravillas que nos ha dado.

Pero claro, el príncipe de este mundo no le conviene que veamos el amor de Dios en nuestra vida, más bien, le conviene que nosotros veamos lo negativo, para que nos desilusionemos y nos abandonemos a una tristeza mal sana, a una desesperación.

Cristo viene y nos da su espíritu, para que nosotros vivamos en esa alegría. Y recordemos una cosa, que Dios ya venció al demonio, ya venció al mal en el mundo. En la medida que nosotros estemos unidos a Cristo, nosotros venceremos al mundo.

Hoy vemos en la primera lectura, cómo los apóstoles Pablo y Silas, pues son azotados, desnudados y encerrados en la cárcel, puestos con grilletes, y cómo Dios les quita las cadenas y los libera. Incluso cuando el carcelero se va a suicidar, porque piensa que se han escapado, Pablo lo impide, y el carcelero acaba convirtiéndose y toda su familia, por qué, porque al final de cuentas el que triunfa es Dios, a pesar de que el príncipe de este mundo tiene dominado al mundo.

En la medida que nos unamos a Dios, venceremos al mal en el mundo.

Por eso, yo les invito a que abracemos nuestra fe, a que nos formemos y nos informemos sobre nuestra fe, para que esa sea la fuerza que domine nuestra vida y nosotros nos convirtamos en hombres y mujeres de esperanza.

Que así sea.