HOMILÍA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA

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Mons. Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, SDB ofició la Eucaristía del Miércoles de Ceniza, en la Catedral de Veracruz, y  esto fue lo que dijo en su homilía.

Hoy la liturgia de la Palabra nos ofrece una temática muy rica para darle significado más adecuado, más conveniente a este tiempo que nos ofrece la iglesia para nuestra renovación interior, y como resultado, diría yo, propiciar también el mejoramiento de nuestro contexto, dígase en sociedad, dígase en familia, y que en una palabra es el objetivo de disponernos de la mejor manera para celebrar las fiestas pascuales, donde precisamente la acción de Dios misericordioso viene a ofrecernos la solución eficaz de todo aquello que nos oprime y que nos tiene alejados de Dios.

Pudiéramos decir que las tres lecturas hacen énfasis diferentes en aspectos que debemos tomar en cuenta. Sí, es el Profeta Joel: insiste mucho en que Dios es misericordioso, que si nos acogemos a esta misericordia, Él ciertamente, no solo, no nos va a castigar, sino que nos va a bendecir y podremos ofrecerle el culto que le es debido.

El apóstol San Pedro: nos insiste en algo que va muy de acuerdo con este tiempo de Cuaresma. Es el tiempo propicio, nos dice el apóstol Pablo, es un tiempo de gracia que no hay que dejarlo pasar de manera irresponsable o inconsciente.

Y el Evangelio nos habla diríamos de lo más importante respecto de nosotros, la sinceridad con la que debemos emprender este esfuerzo de conversión, de renovación de nuestra vidas.

Dice el Profeta Joel: <<todavía es tiempo conviértanse a mí de todo corazón con ayunos, con lágrimas, con llantos, enluten en su corazón y no en sus vestidos>>. Es un llamado a la interioridad, de esto hablará Jesús también cuando se refiere a esta hipocresía con la cual nosotros pudiéramos emprender este tiempo de Cuaresma. Si, venir a tomar la ceniza para dar esa señal de que queremos convertirnos, pero si interiormente no estamos bien dispuestos será una expresión hipócrita, es lo menos que se puede decir.

Y sigue diciendo el Profeta Joel, conviértanse al Señor su Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, se conmueve ante la desgracia, y ciertamente nuestra desgracia es nuestra perdición, nuestra condenación, el fracasar totalmente con el objeto de nuestra vida en este mundo, no poder volver a la casa paterna, precisamente por no aceptar la misericordia del Señor.

Hemos celebrado los primeros años del pontificado del  papa Francisco este “año jubilar de la misericordia” y cómo nos ha insistido y nos sigue insistiendo el Papa, <<primero nos cansamos nosotros de pecar que Dios de perdonar>>, y eso por los límites que tenemos en todo, pero ciertamente para Dios no hay límites, y lo único que espera el Señor es nuestra buena voluntad, nuestro deseo sincero de arrepentirnos, Él es rico en misericordia, y nos invita el profeta Joel a todas estas acciones, con las cuales hagamos el compromiso de volvernos a Dios, de arrepentirnos sinceramente.

El apóstol Pablo desde el principio nos dice, después de haberse declarado que, la misión que trae el evangelizador, el apóstol, es precisamente, ser embajador de Cristo, ser el mediador de esa misericordia. Dice el apóstol: en nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios, la obra de la iglesia no es otra que ofrecer a la humanidad la obra del amor misericordioso de Dios nuestro Padre  que por medio de su Hijo hecho hombre nos ha reconciliado por su muerte, por su pasión, por su resurrección; la iglesia tiene esta misión, anunciar esta buena noticia de la redención que el Señor nos ofrece; diríamos que los tiempos de la iglesia son estos tiempos de gracia que hay que saber aprovechar buscando al Señor convirtiéndonos, aceptando su perdón y el deseo de cambiar, de mejorar nuestras vidas.

Hay una advertencia que la presenta el apóstol Pablo como una palabra de la misma escritura: <<en el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorría>> eso es lo que es en tiempo de Cuaresma, es ese tiempo favorable, es ese tiempo de salvación.

Finalmente el Evangelio hermanos es un llamado, lo dice en la entrada, es como la frase programática que va a explicar después a través de esos tres ejemplos que nos pone Jesús, y cuál es esa frase << tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean, de lo contrario no tendrán recompensa con su Padre Celestial>>

Jesús habló mucho en mucha ocasiones, ya sea advirtiendo a los discípulos de no seguir “la justicia” de los fariseos, era eso, pura hipocresía, era simplemente quedar bien con los demás, hacerse respetar, hacerse admirar, y Jesús duramente les habló, les llamó hipócritas, les llamó sepulcros blanqueados (por fuera eran muy bonitos, pero por dentro es corrupción), y esta es la razón principal del llamado que hoy nos hace Jesús mismo en el evangelio; que hagamos ese esfuerzo de ir a lo profundo de nuestra realidad personal, a la sinceridad, porque no es para quedar bien con los hombres, no con la familia, ni el esposo con la esposa, ni la esposa con el esposo, aquí lo importante es Dios, los hombres pueden ver o no ver, y es mejor si logramos nosotros que esa conversión no se fije tanto en estas exterioridades, sino que vaya a lo profundo de nuestros corazones.

Y nos pone estos tres ejemplos que son como caminos  a través de los cuales nosotros podemos buscar ese retorno a Dios, esa purificación de nuestras vidas. Esta el tema de la limosna que nos hace confrontarnos con la realidad de nuestros hermanos, sobre todo los pobres, los necesitados, porque vivimos llenos de egoísmo, de individualismo y difícilmente nos preocupamos del hermano necesitado, hay que ser misericordiosos como Dios es misericordioso con nosotros.

En el juicio final, nos dice Jesús va a tener muy en cuenta esto: <<lo que hiciste con uno de estos hermanos míos, conmigo lo hiciste>> y es siempre en esta línea de la sinceridad, hacerlo por amor a Dios, porque en el necesitado, en el pobre, en el enfermo, en el encarcelado, etcétera, ahí está Jesús, al que nosotros queremos ofrecer ese don.

El segundo ejemplo que nos pone Jesús pues es el de la oración que nos confronta precisamente con Dios, es un entrar en diálogo con el Señor, es un momento en el que nosotros nos presentamos y sabemos que no es de otra manera, sino como somos, para con Dios no debemos tener máscaras, el Señor ve en lo profundo, el Señor sabe cuáles son nuestros pensamientos, cuáles son nuestras intenciones, entonces ante Dios en la oración no podemos menos de ser sinceros, y más bien propiciar una sinceridad llena de humildad, pero también de confianza en que el Señor nos ayudará a mejorar nuestras vidas con su gracia.

Y finalmente el tercer ejemplo que es el ayuno, que es un poco vernos a nosotros mismos porque nos habla de disciplina, nos habla de no buscar lo que nos agrada, lo que nos satisface, y aquí podríamos mencionar todos los sentidos y hasta (si fuera hipótesis) no solo cinco, sino todos.

En realidad vivimos en un mundo que tiene como criterio de placer lo que te satisface, lo que te gusta y muchas veces la disciplina y la lucha contra el mal, contra el pecado o de las malas pasiones se requiere esa disciplina que se expresa con el ayuno, ciertamente en alimento es lo más esencial para satisfacer a nuestro cuerpo, por eso el ayuno es un signo de una disciplina que va a la esencia de lo que tenemos nosotros que poner a raya en nuestra vida, para no dejarnos llevar por las pasiones, por el pecado, por los placeres que  ofenden al Señor.

Pues hermanos estas tres lecturas deben ser objeto de meditación, de reflexión, no solo hoy con la Cuaresma, diría yo, sino toda la vida porque son criterios que nos deben acompañar siempre. Dios es misericordioso, este tiempo de vida que tenemos sobre la tierra, este tiempo de la iglesia hasta el fin de los tiempos, es tiempo de gracia, esa es la misión de la iglesia ofrecer ese evangelio, esa buena noticia de que vivimos un tiempo de gracia y que Dios es misericordioso, nos está esperando como dice el apóstol Pablo, la iglesia ofrece esa misericordia.

Y finalmente la sinceridad que nos habla Jesús en el evangelio, en nuestra relación con el prójimo, en nuestra relación con Dios y en la relación con nosotros mismos, porque fácilmente nos engañamos, encontramos motivos y razones para darnos por nuestro lado, para alcahuetearnos nosotros mismos.

Bueno hermanos pues este signo de la “ceniza” sea verdaderamente auténtico. El mensaje del Papa con motivo de esta Cuaresma pues de una u otra forma nos habla de esto, cómo nos dejamos engañar por el maligno, cómo la iglesia nos ofrece un camino verdaderamente de hacer un alto en el camino, reflexionar y empeñarnos en este esfuerzo en la oración. Ojala iniciemos con un deseo sincero en esta Cuaresma para mejorar nuestras vidas y así todos colaborar al mejoramiento de nuestra sociedad.