HOMILÍA DEL 17 ANIVERSARIO EPISCOPAL DE MONS. LUIS FELIPE

Spread the love

Mons. Luis Felipe celebró su 17 Aniversario Episcopal con una acción de gracias el 26 de febrero. Los Presbíteros de la Diócesis concelebraron la Eucaristía dando gracias a Dios por los dones recibidos a través del ministerio del señor Obispo. Y al termino de la santa Misa se ofreció una pequeña convivencia.

VÍDEO DE LA MISA

Durante la homilía Monseñor dijo lo siguiente:

Los textos sagrados que se han elegido para esta celebración nos presentan un paradigma que ilumina, y nos hace tomar conciencia de lo que significa este ministerio Episcopal que el Señor me ha pedido para servirle a él y servirle a la iglesia.

Yo veía en este texto cuatro grandes temas, el tema del llamado vocacional, el tema de la respuesta, el tema de la misión y el tema del modelo para esta misión.

Ciertamente el profeta Jeremías nos describe su experiencia vocacional ¿cómo es que acontece ese llamado que el Señor le hace?

Es cierto que muchas veces nosotros tenemos muchas inclinaciones naturales a tal o cual, pues diría yo, estilo de vida o incluso profesión para ejercerla ya en condición adulta. Yo puedo reconocer que ciertamente desde niño tuve esa inclinación al sacerdocio, un llamado que de manera infantil, pues yo fui buscando y siguiendo como si fuera algo mío, como si fuera una elección personal, pero conforme uno va madurando uno reconoce que todo esto es un designio de Dios.

Las palabras del profeta son muy claras: <<desde antes de formarte en el seno materno te conozco, desde antes que nacieras te consagré como profeta para las naciones>>

En el discernimiento vocacional que uno va haciendo conforme uno va madurando, se va uno dando cuenta de la realidad de estas palabras en la Escritura. El Señor nos conoce desde toda la eternidad, nos conoce por nombre, nos ubica en la realidad de nuestro contexto, y ciertamente es algo que nosotros vamos conociendo y reconociendo en este proceso vocacional.

En segundo lugar pues eh, cuando uno toma conciencia de estas cosas, y quiero específicamente referirlo a este llamado al Episcopado, pues es obvio que uno se siente impotente, incapaz ante lo que significa el Episcopado; y las palabras de Jeremías son palabras que de una u otra forma uno va escuchando como que resuenan en el interior del corazón, <<Señor mío yo no sé expresarme>> decía Jeremías. Apenas soy un muchacho, nadie es capaz para asumir una misión que es la misma que Cristo Jesús, como lo veremos,  vino a inaugurar y que él mismo continúa realizando a través de quien va llamando a ocupar ese lugar en su nombre, pero afortunadamente el Señor nos tranquiliza, no digas que eres un muchacho pues irás a donde yo te mande, dirás lo que yo te sugiera, no tengas miedo porque yo estoy contigo para protegerte.

Quiero decir y es un don que yo reconozco como una gracia del Señor que la obediencia para mí, en cuanto a obediencia, no ha sido un problema. Lo que me ha pedido el Señor lo he aceptado a lo largo de la vida, pero si no es un problema es por esta certeza que el Señor da, que haciendo su voluntad, que haciendo su obediencia el Señor te acompañe, el Señor te sostiene, el Señor te quita el miedo, y de esta manera lo que se pide es fidelidad; desde hoy pongo mis palabras en tu boca. Y hay que ser fieles porque no haces un proyecto tuyo, personal, no dices tus palabras, no realizas lo que tú has imaginado o elaborado en tu proyecto, sino que vas a realizar lo que te pide el Señor. Y es así que el Salmo que hemos entonado pues quiere expresar esa decisión de estar al servicio del Señor <<aquí estoy Señor para hacer tu voluntad>>, y es algo que hay que repetir cada día, es algo que debe estar en nuestra mente y corazón al despertarnos, “aquí estoy Señor, hoy, mañana, pasado, para hacer tu voluntad” consciente de que tú vas conmigo, de que tú me sostienes, de que tú me defiendes con una gran confianza.

Dice el Salmo: <<esperé en el Señor, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor, él me puso en la boca un canto nuevo>> esta alegría es la que el papa Francisco nos ha querido proponer una y otra vez, la alegría del Evangelio, porque la misión que llevas, la obediencia que estas llamado a realizar no es otra que hablar del evangelio, que hablar del amor de Dios, que hablar de la manera como Dios nuestro Padre ha querido reconciliarnos por medio de su Hijo hecho hombre; y así es como el Señor interiormente te deja oír su voz día a día, y también interiormente tú has de responderle siempre a Cristo.

<<En el libro Sagrado se me ordena cumplir con lo que tú mandas, me agrada hacer tu voluntad ¡Dios mío! pues tu ley está en la entraña de mi ser>>

El Apóstol Pablo nos  ayuda a descubrir esa misión que estamos llamados a realizar, cuando el Señor nos pide ocupar un lugar para hacerlo presente en medio de su pueblo, es la misión de Jesucristo, y es la misión de la iglesia, y somos llamados para eso, para realizar como iglesia la misión de Jesucristo.

Cristo murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, y esta es la misión, porque nuestra vida ya no va a ser nuestra vida a la manera terrenal, sino va ser la vida de Cristo en mí, como dice el apóstol Pablo.

Hay algo interesante que yo también quisiera subrayar, San Pablo dice en este texto: <<si alguna vez hemos juzgado a Cristo con tales criterios>>  (criterios humanos), pues bueno, todos sabemos lo que era Pablo antes, era un perseguidor, él juzgaba con criterios humanos todo lo que conocía de Jesucristo, pero ciertamente cuando Jesucristo se le manifestó, cuando Jesucristo se le reveló se le dio a conocer en toda su plenitud, su  identidad.

Dice el Apóstol ahora ya no lo hacemos, el que vive según Cristo es una creatura nueva, para él todo lo viejo ha pasado ya todo es nuevo. Y ese es el cambio que estamos llamados todos nosotros a  vivir, ya en la vida cristiana, y diría yo, con mayor conciencia y compromiso en el ministerio Sacerdotal, en el ministerio Episcopal, porque no podemos nosotros vivir con criterios humanos. El papa Francisco también nos invita a dejar esos criterios mundanos con los cuales quisiéramos nosotros presentarnos en la sociedad, no es por allí, debemos nosotros dejarnos guiar por Cristo, por los criterios del evangelio para poder así representar con mayor autenticidad a aquel a quien anunciamos, a quien servimos y a quien queremos que nuestros hermanos reconozcan, acojan y reproduzcan en su vida.

Por ese motivo insiste el apóstol Pablo en esta lectura, que nuestra misión es precisamente la de reconciliar a este mundo con Dios de la manera como Cristo Jesús lo realizó, y por eso nos invita a que en el nombre de Cristo nos dejemos reconciliar con Dios.

Es todo el tema de la predicación del Evangelio, es todo un tema muy fuerte en esta Cuaresma, en toda esta preparación a la renovación de nuestro bautismo, de este nuevo modo de vivir según los criterios del evangelio, según los criterios que Cristo Jesús nos ha compartido, y en este sentido pienso que todos tenemos una gran responsabilidad, tratar de no dejarnos llevar por los criterios del mundo; porque no nos hacemos sacerdotes, ni llegamos a ser obispos pues para tener, diríamos, un reconocimiento mundano, para sentirnos importantes, para tener cierto poder, no, todos estos son criterios mundanos.

Nos hemos hecho cristianos, nos hemos hecho presbíteros, hemos recibido el episcopado precisamente para servir a Cristo y servir a los hermanos, y el que sirve está a disposición de los demás, no por una perspectiva egoísta, personal; y eso es lo que Jesús nos enseña, modelando el estilo, la manera como él vino a realizar este ministerio de reconciliación, como el Buen Pastor que llega a dar la vida por sus ovejas, porque él ha venido a darnos vida, y vida en abundancia, no solo nos reconcilia con Dios, sino nos comparte la vida de hijos de Dios. De alguna manera nuestra misión está ahí, si, la de anunciar, pero a la vez reconciliar, diríamos que son estos dos pilares que sostienen a los apóstoles, y así lo expresan: tenemos que dedicarnos a la predicación y a la oración. Dos pilares de la vida del obispo, dos pilares que deben marcar su trayectoria a semejanza de Jesucristo Nuestro Señor que vino anunciar el Evangelio y vino a dar la vida a través de su pasión, muerte y resurrección.

Pues queridos hermanos estas reflexiones, ciertamente quiero retomarlas en este aniversario de mi Ordenación Episcopal. Nadie, y yo en particular, pues puede sentirse totalmente satisfecho, ¿verdad? La gracia del Señor nos ayuda, aunque muchas veces nosotros le ponemos límites, y por eso en momentos como este viene a la mente la necesidad también de pedirle al Señor misericordia, de pedirle al Señor que por esa bondad que siempre está dispuesto a perdonar, a sostener y a levantar, pues el Señor me siga levantando, me siga sosteniendo, me siga acompañando, y eso es lo que haré en esta Eucaristía, darle gracias por todo lo que ha hecho de mi vida, y pedirle que me siga sosteniendo a su servicio. Que así sea.