CORPUS CHRISTI 2018

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La tarde de este dos de junio se llevó a cabo la celebración del Corpus Christi en la Zona Conurbada.

Esta celebración dio inicio a las 4:30pm con la animación por parte de grupo Jesed, exitoso movimiento de música entre los jóvenes. Después algunos jóvenes ofrecieron una mini obra llamada “La Rosa” esta obra trató sobre  cuidar el regalo de la Eucaristía que Cristo nos dejó.

También tuvimos un tema sobre el Sínodo de los Jóvenes y la Eucaristía que estuvo a cargo del Pbro. Iván Alexander Cancio Rivera mismo que dio paso a la Celebración de la Eucaristía presidida por Mons. Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, SDB y concelebrada por algunos sacerdotes diocesanos.

Aun con el sol en su apogeo los fieles estuvieron firmes en cada una de las actividades que se presentaron y muy fervorosos en la participación de la Santa Eucaristía.

Durante la homilía de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor, Mons. Luis Felipe subrayó el tema del sacrificio de la sangre derramada, el de la alianza y celebración de este Corpus diocesano.

Finalizando la santa Misa nos dispusimos  para la procesión por las calles del centro histórico cantando y alabando al santísimo Sacramento hasta llegar a la iglesia Catedral donde el obispo dio  bendición final con la hostia consagrada a todos los feligreses presentes.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA.

En esta solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo Nuestro Señor.

El esquema litúrgico de este año subraya con toda claridad el tema del sacrificio, el tema de la sangre derramada en el marco del gran tema de la alianza, y celebrando hoy este Corpus Christi Diocesano hemos tomado también lo que nos propone la iglesia para este año de la juventud en el Sínodo de los Obispos: los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional.

Ciertamente el tema de la fe es el que vincula inmediatamente ambas celebraciones, ambos temas (Sínodo de los Obispos y Celebración del Cuerpo y Sangre del Señor).

El sacramento del Bautismo que todos conocemos como el Sacramento de la fe, es también el sacramento en el que asumimos la nueva alianza que Cristo Jesús ha realizado a través del gran misterio de la encarnación del Hijo de Dios y que ha sellado con su sangre.

Hablar de los jóvenes en esta perspectiva de fe es ciertamente una tarea fundamental de la iglesia, una tarea que desde luego está en primer lugar en las manos de los padres de familia, y el tema de la familia se hace presente, porque viviendo ellos conscientemente su alianza con Dios al ser familia cristiana, al ser esposos cristianos que viven su fe, ellos presentan a sus hijos a la iglesia, para que sean agregados a esta nueva alianza mediante el bautismo.

Para todos es preciso retomar esta historia porque el amor de Dios siempre ha estado presente desde el momento de la creación, cuando ha querido compartir la maravilla de su esencia divina en las creaturas dándoles una existencia propia de acuerdo a su orden, pero sabemos que en los seres humanos ha querido reflejarse como a imagen y semejanza suya.

Este amor pues, que se manifiesta desde la creación viene a brillar de particular manera cuando Dios elige entre los pueblos de la humanidad al pueblo hebreo en una condición de esclavitud y compadecido de este pueblo, como le dice a Moisés, tengo compasión de este pueblo, voy a salvarlo, voy a liberarlo, es como a través de Moisés, libera de la esclavitud al pueblo hebreo y lo conduce al desierto donde quiere expresar con un gesto supremo de amor, de elección por este pueblo una alianza.

Hemos escuchado el relato del libro del éxodo. El Señor asegura a ese pueblo su protección <<tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios>> pero hay un compromiso recíproco, hay también la parte que Dios le pide a su pueblo y esa parte sabemos que está expresada en los 10 mandamientos, mandamientos que conoce el pueblo, que le han sido dados y que el pueblo ha aceptado, y que en el momento solemne que se va a sellar esa primera alianza Moisés ordena ofrecer sacrificios pacíficos para que con la sangre de esas víctimas se rocíe, se vierta sobre el altar del sacrificio y se rocíe las piedras, doce piedras representando a las doce tribus de Israel.

Es evidente pues cuál es el significado de esta sangre, es un sello de compromiso, es un sacrificio de pacificación, porque hay ese compromiso de parte de Dios de proteger a ese pueblo y el pueblo se ha comprometido de cumplir la ley del Señor.

Esto nosotros también lo conocemos y nos comprometemos cuando nos preparamos a recibir los sacramentos de iniciación cristiana, pero para nosotros el significado es mucho más pleno, mucho mayor y sobre todo universal, para todo ser humano. Porque la elección de Dios va más allá de un pueblo, el pueblo de Israel, porque la nueva alianza es aquella por la que Dios dispone que su Hijo único asuma la condición humana,  y así unido Dios con la humanidad en la persona de su Hijo hecho hombre ha querido sellar esta alianza de salvación, de liberación, de amor misericordioso con un sacrifico excelente a través de la entrega de sí mismo en cuerpo y alma, porque Jesús da la vida, Jesús muere en la cruz, y por el derramamiento de su sangre que nos purifica de nuestros pecados.

Esta nueva alianza es la que particularmente vivimos los cristianos en nuestra nueva condición a través de este sacramento de la fe, y los papás en las familias cristianas comparten este don precioso de la fe cuando llevan a sus pequeños al bautismo, y la iglesia se compromete con ellos apoyándolos en este desarrollo de una fe que va adquiriendo el conocimiento de las cosas de Dios, de todos estos misterios de Dios maravillosos, hasta el momento en que llegados a la madurez cada uno de nosotros debe formalizar de manera personal su compromiso.

Los adolescentes y los jóvenes viven estos momentos importantes, fundamentales y son importantes también porque suelen darse un fenómeno propio de esta edad, el cuestionamiento que los adolescentes, que los jóvenes hacen de todo aquello que les es dado y precisamente por llegar a decisiones personales tienen que ser ellos los que asumen el compromiso, en su lugar los papás y los padrinos hicieron el día de su bautismo y que posiblemente también en la confirmación ellos han aceptado, pero todavía de manera, diría yo, un poco frágil como es propia la edad de los pequeños.

Por eso el Sínodo de los Obispos nos presenta esta edad de los jóvenes como una edad fundamental para que ellos sean educados en la fe, para que ellos vayan conociendo y amando al Señor Jesús, que por amor entregó su vida por nosotros, y vayan aprendiendo con el ejemplo de sus padres a vivir su nueva condición, la de hijos de Dios, que asumen como primer responsabilidad hacer la voluntad del Padre, una búsqueda de esa voluntad que debe ser fruto del amor de correspondencia que todos debemos dar a Dios cuando conocemos el infinito amor con que nos ama. Esto lo expresa hermosamente el evangelista San Juan que nos dice que, el amor no consiste en que nosotros amamos a Dios, sino el amor cosiste en el amor que Dios nos tiene, porque él nos ha amado primero, que lo que nosotros podemos corresponderle a él.

Diríamos que hemos aprendido lo que es el amor cuando hemos sentido, hemos vivido, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y que nos ha sido manifestado en su Hijo que dio la vida por nosotros, así pues hermanos en este momento del desarrollo de los adolescentes y de los jóvenes en la fe, es precisamente el momento de los discernimientos. Ese discernimiento por el cual él en primer lugar, el joven, debe aceptar el amor de Dios y comprometerse a corresponder a este amor reconociendo su nueva condición de hijo de Dios, y este mismo reconocimiento lo debe llevar a un compromiso en su vida cristiana, un compromiso que después se va hacer concreto en el estado de vida que él descubra, con la ayuda de sus padres, con la ayuda de sus educadores, con la ayuda sobre todo de la iglesia y de la palabra de Dios ¿Cuál es el modo, la manera como Dios quiere que viva su condición de hijo de Dios, su condición de criatura amada infinitamente por Dios?

Y es así como encontramos en primer lugar este abanico de posibilidades que son las vocaciones que la iglesia nos propone como estados de vida. En primer lugar pues el Señor puede llamarnos a entregarnos totalmente a él, ya sea en el sacerdocio ministerial, ya sea en la vida consagrada para varones y mujeres, o ya sea también en el matrimonio, fundando una familia, una familia donde va a aprender, servir y amar al Señor y a los hermanos. Pero también es posible que el Señor nos llame en una condición de vida célibe, en una condición de vida virginal que sin ser una entrega al servicio ministerial del sacerdocio, sin ser una entrega a la vida consagrada, en una forma también de entregarse al Señor.

Es importante también lo que nos ha enseñado el Sínodo de la Familia y del matrimonio que recientemente también la iglesia ha celebrado. En este Sínodo se ha insistido mucho en que también el matrimonio es una vocación, no es algo que nos viene de cajón como decimos, ¿verdad?, si no sientes el llamado al sacerdocio, si no sientes el llamado a la vida consagrada, pues lo único que te queda es el matrimonio, el matrimonio también es motivo de discernimiento, porque el matrimonio también tiene sus exigencias, sobre todo cuando sabemos que es una manera de vivir el amor nupcial bendecido por el Señor. Y la referencia que tiene el matrimonio precisamente a la alianza, a esta nueva alianza que Cristo Jesús con su encarnación ha establecido para toda la humanidad, el matrimonio se vuelve un sacramento de amor incondicional de Dios por la humanidad y de la humanidad por Dios a semejanza de Jesucristo Nuestro Señor, por todos los que formamos su iglesia.

Esto es importante hermanos que vinculemos hoy que celebramos esta eucaristía celebrando el misterio del Cuerpo y la Sangre del Señor, que nuestra vida cristiana está llamada a esta misma entrega que Cristo Jesús ha hecho de su cuerpo y del sacrificio de su propia vida derramando su sangre.

Cualquier condición o estado de vida en el que el Señor nos llame debemos vivir esta alianza, debemos entregarnos a Dios en cuerpo y alma, y debemos ofrecer al Señor todo sacrificio que nos pida, esta fidelidad a la alianza como Cristo Jesús entregó su sangre en sacrificio de expiación por todos nosotros.

Le damos pues al Señor en esta celebración particularmente por los jóvenes, los adolescentes y que este Sínodo sea bendecido por el Señor para que en toda la iglesia la pastoral juvenil y de los adolescentes sea retomada de manera nueva, de manera, cómo se habla de la nueva evangelización, pues apliquemos este mismo concepto para la iniciación cristiana de los niños, de los adolescente y de los jóvenes. De manera que efectivamente desde la familia, desde los educadores, desde la iglesia, todos nos preocupemos de fortalecer la fe de los jóvenes, y ayudarles en su proceso de discernimiento para que llenos de alegría y de entusiasmo se dediquen a entregar sus vidas al Señor en el estado de vida que él los llame.