PRIMER ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL CARDENAL SERGIO OBESO RIVERA

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Hoy recordamos a nuestro muy querido Cardenal, Don Sergio Obeso Rivera, en su Primer Año Luctuoso. 11 de agosto 2019-2020

Y lo recordamos con su homilía completa de hace dos años en la Fiesta de la Asunción de María, el 15 de agosto del 2018. Él celebró la Eucaristía en la Iglesia Catedral de Veracruz.

Aquí les dejamos el texto completo, en el cual muestra un gran amor a nuestra Madre del Cielo.

Hermanos sacerdotes en el sacerdocio ministerial. Hermanas y hermanos en el sacerdocio bautismal.

A lo largo del año celebramos muchas prerrogativas de María Santísima, todas ellas a partir de ser Madre de Dios.

Hoy, celebramos una de ellas, porque la fe de la Iglesia nos enseña, que María Santísima ha subido gloriosamente en cuerpo y alma a los cielos.

Por eso, permítanme recordar el contenido de este artículo de fe, para luego preguntarnos qué nos dice a nosotros.

Parto del hecho incontestable de que todos hemos de morir. Nuestro cuerpo y nuestra alma se separaran y con la fe de la Iglesia de por medio decimos: el cuerpo a la sepultura y el alma donde Dios disponga, según los méritos que hayamos tenido, en el momento ese tan trascendental del juicio que Dios hará de cada uno de nosotros.

Todos pues, hemos de morir, en nuestro caso todos nosotros habremos de sufrir la separación del cuerpo y del alma, por ese hecho que sigue siendo tan terrible y tan amonestador para todos nosotros, que es la muerte.

Todos hemos de experimentar la muerte, la separación del cuerpo y del alma, pero entre todos hay una excepción, y por eso, en la oración que acabo de decir a nombre de todos ustedes y mío propio, invocamos al Señor diciéndole: Señor de poder y de misericordia, porque entran en juego en el misterio que hoy celebramos, el poder y la misericordia del Señor.

Su poder que ha hecho posible que María Santísima no haya tenido que sufrir de esa separación dolorosa de su cuerpo y de su alma.

No pasó María Santísima por la humillación del sepulcro, toda ella bella y gloriosa pudo subir al cielo en cuerpo y alma.

Nosotros no, nosotros tenemos que sufrir esa separación, y nuestro cuerpo tendrá que pasar por la humillación de la muerte, que es tanto como decir, su destrucción.

Pero María Santísima por el amor de su Hijo, porque su Hijo es un Todo Poderoso, no tuvo que sufrir esa separación.

Para ella, la muerte no existió como separación del cuerpo y del alma, porque en íntima unión de ese cuerpo y esta alma de María Santísima, en el momento de su muerte, subió al cielo con toda la gloria y con toda la majestad que corresponde a la Madre de Dios.

Eso es lo que creemos hoy, lo que profesamos hoy al celebrar en la Santa Eucaristía correspondiente a María Santísima por el poder de su Hijo, subida al cielo en cuerpo y alma.

Como en todo, María Santísima es una excepción, no pasó por las consecuencias terribles del pecado original que tanto nos apesadumbran, sino que en cuerpo y alma subió a los cielos, esa es nuestra fe, esa es la fe de la Iglesia.

¿Qué nos dice a nosotros?

Nosotros sí tenemos que pasar por la humillación del sepulcro. Nuestro cuerpo habrá que separarse de nuestra alma. Nuestro cuerpo habrá de dar tributo a la tierra y habrá de descomponerse en la tierra o arder en nuestra vida sagrada.

El cuerpo nuestro y el alma nuestra tendrán por un tiempo que separarse uno del otro, todo el tiempo que el Señor así lo disponga. Pero llegará un momento que, mientras que ahora nuestro cuerpo a la tierra habrá de dar su tributo y nuestra alma donde el Señor disponga, llegará ese tiempo en que volverán a unirse.

Y esperamos con la virtud de la esperanza que Dios nos infunde, fundados en su misericordia y su bondad, que ese cuerpo y esa alma, habrán de reunirse en un día para nosotros venturoso, para gozar de la gloria en cuerpo y alma. Eso que para nosotros es una esperanza, hoy celebramos que en María Santísima es una realidad. Ella desde ahora en cuerpo y alma goza de la visión de Dios. Está en la gloria en cuerpo y alma, esa es nuestra fe.

Estamos seguros de ella, no porque hayamos llegado a esas conclusiones en virtud de un razonamiento humano, sino en virtud de la Palabra de Dios que así nos lo dice, y nosotros felices, obedientemente le podemos decir, así es.

Cuando la Palabra de Dios nos dice como lo hemos escuchado de muchas maneras en esta celebración previa a la palabra al sacrificio. Cuando la Palabra de Dios  nos dice: María Santísima fue glorificada en cuerpo y alma, nosotros acabamos de decir, Amén

“Así es, así lo creo” porque tú Señor, eres la verdad sin limitaciones, que ni miente y ni puede equivocarse en la misma. Te creemos Señor.

Y por eso, el día de hoy nos llenamos de gloria y de alegría al ver a nuestra Madre Santa glorificada en cuerpo y alma.

No ha tenido que esperar, en ella la esperanza no existe, porque ya existe la realidad, mientras que nosotros tenemos que esperar fincados en la Palabra de Dios, que María Santísima ya es una realidad, ella está en cuerpo y alma desde ahora, en esa gloria que todos esperamos, no como resultado de nuestros méritos, sino como una dadiva, la más hermosa y bella de todos que el Señor nos da.

Hermanas y hermanos, dos actitudes. Una, renovar nuestra fe en que María Santísima está en cuerpo y alma en la gloria ya desde ahora. Hoy, renovamos esa fe en la glorificación de María; pero además, lo que María es una realidad, hoy la celebramos en la esperanza, en esa virtud teológica que no confunde, porque no le creemos a cualquiera, sino a la verdad que no tiene límites, porque ni se engaña, ni puede engañarnos a nosotros.

“Señor, permítenos ahora que nos dices y nos propones aquí como pueblo tuyo, que María Santísima, tu Madre Santa, está en la gloria en cuerpo y alma. Permítenos ¡sí!, Padre, como un don tuyo una vez más, poder decirte, Amén.

Así es, Padre te creo, a ti que eres la verdad infinita y que junto con la verdad reúnes el poder sin límites. Por eso, al principio te hemos invocado como Dios de misericordia y de poder.

Padre te pedimos que lo que hoy celebramos por la fe en la Madre que es tuya y es nuestra, porque así lo determinaste, algún día lleguemos también a imitarla en esa gloria futura, en cuerpo y alma”

Esa es nuestra esperanza, para nosotros, sí, junto con la fe y con la caridad está esa virtud de la esperanza en la que le decimos al Señor, Señor creo en tu Palabra, creo que alguna vez en mí será realidad lo que ahora es esperanza, que María Santísima, tu Madre, que sea realidad.

Algún día mi cuerpo y mi alma, por humildes que sean, no comparables al tuyo, María Santísima Madre, algún día estarán reunidos contigo, así como lo estás tú ahora, en cuerpo y alma, en la gloria. Mientras tanto, María  Santísima, aumenta nuestra fe, pídele al Señor que fortalezca nuestra fe con su espíritu, que cuando esperemos nosotros la gloria que al fin ya es realidad, lo hagamos diciendo:

“Señor, no tengo evidencias para poder fundamentar esta fe, no tengo evidencias naturales, pero si tengo tu palabra y tu promesa. Lo que realizaste en virtud de poder inigualable en la vida de tu Madre Santa, esperamos firmemente que habrá de realizarse en nosotros, cuando habremos después de dar el tributo a la tierra con la destrucción de nuestro cuerpo, de ver nuestro cuerpo y nuestra alma reunidos, para no separarse jamás, para poder ser realidad lo que ahora es esperanza, pero pura esperanza, porque es la esperanza que no confunde.

Y todo esto hermanas y hermanos, que podamos alimentar esta fe, es un don inapreciable con el que el Señor nos ilustra, nos ilumina en nuestro caminar de cristianos.

Porque, qué triste, qué dura es la vida de esos hermanos nuestros que no tienen fe en la esperanza futura, aquellos que esperan la muerte como la destrucción total, como el acabose, como la oscuridad total que no volverá a recobrarse con la luz luminosa de la Resurrección.

“Gracias Padre, porque a nosotros nos ha dado esta fe, no habrá de ser todo oscuridad cuando la muerte se acerque a nosotros, sino que será un paso amargo, ¡sí!, pero lleno de esperanza en que durará un tiempo, para después poder subirnos con María Santísima, para darte gloria por los siglos de los siglos.

Gracias Padre, porque gozamos de este privilegio inapreciable, de creer en la vida futura, y no podemos dejar de pedirte Padre, por aquellos hermanos nuestros que no creen en una vida futura y que por lo mismo no pueden encontrar el sentido profundo de la belleza de esta vida, porque con todo lo bella que ella es, para ellos es el momento del acabose final y de todo, para nosotros es el momento, el paso esperado, para que toda esa luz dosificada con que caminamos por esta tierra, se convierta en una brillante luz que no puede ser imitada ni siquiera por el lucero de la mañana.

La luz inacabable, la luz cegadora, la luz que nos hará sentir nuestro corazón humano plenamente satisfecho”

Algún día esperamos esa realidad en nosotros, lo que ahora celebramos en María, y nosotros esperamos en la virtud de la esperanza.

“Aumenta nuestra fe Padre, para que le dé sentido a nuestra vida, para que cuando la vida se nos presenta difícil, se nos presenta como un peso, como una plancha de plomo, que pesa sobre nuestras espaldas, tengamos la seguridad plena que habrá de venir la liberación total, de que eso no será lo definitivo, que ese momento de oscuridad absoluta que parece ser nuestra muerte, se convierta en una luminosidad a la que tendrá que brillar el lucero de la verdad.

Te lo pedimos hoy Padre, que aumentes nuestra fe, para que nuestra vida tenga sentido, para que la vida presente no sea una fatiga inútil, para que la vida presente tenga una respuesta, como una expectativa gloriosa a lo que habrá de venir.

Aumenta nuestra fe Padre, para que habremos la vida presente, pero habremos más en cuanto más esté relacionada y referida a la gloria futura, que para tu Madre es realidad, para nosotros es esperanza.

Te lo pedimos con toda nuestra fe Padre, danos este don, para que nuestra vida ya presente, pueda estar plena de significado, no sea una trayectoria inútil, una trayectoria indescifrable, sino un simple anticipo de lo que habrá de venir.

Así te lo pedimos Padre”

Que así sea.