HOMILÍA “TODOS TENEMOS QUE TRABAJAR EN LA VIÑA DEL SEÑOR”

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Evangelio de Mt. 20, 1-16

Todos tenemos que trabajar en la viña del Señor

19 de agosto del 2020

Queridos hermanos.

Hoy, la Palabra de Dios nos recuerda una gran realidad, que todos somos trabajadores de la viña del Señor y todos tenemos una misión que cumplir, y al decir  todos, es ¡TODOS!

Y una misión que cumplir, no solamente en nuestra propia vida, sino en el mundo en que vivimos. Todos tenemos una misión, ahí donde estemos, hagamos lo que hagamos, estemos donde estemos. Todos tenemos que trabajar en la viña del Señor. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, tenemos que activar nuestras pilas.

Ante esta pandemia hay gente que se ha encerrado y se ha vuelto pasiva, y hay otras personas que han buscado la forma, aunque sea en sus casas, hacer lo que tiene que hacer.

Siempre habrá pretexto para no cumplir con nuestras obligaciones de cada día, para no hacer lo que tenemos que hacer, incluso aquella persona que está en silla de ruedas o que está enferma o que no puede salir, tiene un trabajo que realizar, una misión que hacer. Y no solamente una misión consigo misma, ofreciéndole su enfermedad, sus limitaciones a Dios por los demás, y haciendo lo que tiene que hacer cada día. Todos tenemos que trabajar.

La primera lectura hablaba sobre los pastores. Por su puesto que esta lectura tiene que ver mucho con nosotros los que pastoreamos el pueblo de Dios, pero también cada uno de los bautizados somos pastores. Y no se nos olvide que el primer mandamiento es el amor a Dios y el amor al prójimo, que están unidos, que el amor ha unido.

De alguna u otra manera tenemos nosotros una tarea que realizar, y todos los días nos tenemos que preguntar, cuál es la tarea, cuál es el trabajo al que Dios me llama.

Y un trabajo que no estoy haciendo simplemente para una recompensa, lo estoy haciendo porque es parte de mi vocación, porque es parte de mi misión, porque es parte de mi realización como ser humano.

Todos tenemos esa tarea a la que Dios nos llama. Y cada uno de nosotros tenemos que descubrir a qué nos está llamando Dios.

Hoy, en estas circunstancias nos cuesta discernir cuál es la tarea que Dios me está pidiendo y tenemos la tentación de hacernos a un lado, por qué, porque quizá no tengamos que salir, pues no hay nadie detrás de nosotros para que hagamos tal y tal cosa, sin embargo tenemos que hacer nuestra tarea.

Hoy más que nunca necesitamos responder a cada una de nuestras realidades. El que está detrás de una computadora trabajando o estudiando, pues tenemos que ser responsable.

Si ahorita en el curso que nos están dando por línea, alguien solo pone la computadora y está sin hacer nada, perdiendo el tiempo, en vez de estar centrado en el trabajo que tiene que hacer, pues simplemente no está haciendo su trabajo.

Si nosotros estamos en la Eucaristía y solamente escuchamos la Eucaristía, ahí a lo lejos, pero no estamos metidos en la celebración, pues no estamos trabajando en la viña del Señor.

Trabajar en la viña del Señor supone poner todos nuestros sentidos en aquello que estamos haciendo, por eso hoy, es tan importante esta palabra de Dios, porque nos recuerda que tenemos que poner todo nuestro empeño en todo lo que hagamos durante el día. Y hacerlo aunque no lo vean los demás, aunque no lo aplaudan los demás, aunque no lo reconozcan los demás. Hacerlo porque es nuestro trabajo, es nuestra tarea, es nuestra misión y Dios nos llama a trabajar en la viña de nuestra propia vida, de nuestra propia casa

Tratemos de escuchar esta Palabra de Dios, hacerla nuestra, y ser buenos pastores. Porque trabajando en esta viña, estaremos colaborando y contribuyendo para que el mundo vaya mejor y se siga desarrollando.

Porque aparentemente nuestra actividad no tiene nada que ver con lo que sucede en el mundo, si nosotros lo ofrecemos a Dios, como ofrecemos el pan y el vino todos los días, en el pan y el vino ofrecemos nuestra propia vida, le daremos un sentido trascendental. Y nuestro trabajo de cada días ayudara a iluminar a los demás, será redentor y nosotros estaremos en la dinámica de la historia de la Salvación, en la dinámica de la redención.

San Ezequiel fue hombre que tuvo que vivir como pastor, pero al final, Dios le llamó a esa misión, de tener un cáncer, pero él supo vivir su enfermedad desde la fe, con la fuerza de la fe, y por medio de la enfermedad iluminó a muchos.  Hoy es intercesor de los enfermos de cáncer y ha generado muchas curaciones a lo largo de la vida, y precisamente, por eso, es san Ezequiel Moreno.

Encomendemos a este Santo, pidámosle que así como él fue solicito pastor y también solicito trabajador, cuando Dios le pidió una cosa que no era de pastor, sino simplemente vivir su enfermedad, lo pudo vivir como un trabajo y con una entrega a Dios y a los hermanos.

Vivamos este día en esa entrega.

Que así sea.