OREMOS FRATERNALMENTE

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Evangelio de Lc. 6, 6-11

7 de septiembre del 2020

Otra vez volvemos con la palabra de Jesús ante el cumplimiento del sábado o ante el cumplimiento de las normas externas.

La ley tiene que estar centrada en el hombre, por eso, Jesús pone en medio al ser humano, el beneficio de cada persona, siempre hemos buscado el beneficio de los demás. La Iglesia, lo que más nos debe de importar es el beneficio de la persona.

Pero ese bien, tiene que ver cuando una persona está bien, todos están bien; cuando una persona hace un mal, repercute de alguna manera en los demás, y eso es algo que nos cuesta trabajo entenderlo.

Ayer veíamos que Jesús nos invita a la corrección fraterna. Y hoy vemos en la primera lectura, cómo Pablo denuncia a la comunidad un acto de moralidad, que de alguna manera podríamos ser indiferentes ante el, pero repercute necesariamente ante toda la comunidad, ya que va creando un clima de relajación moral; es que a veces queremos separar lo religioso de lo moral. Y cuando nos hacemos inmorales, es decir, algo que va en contra nuestra propia naturaleza, que es inmoral, si lo vemos como normal o lo vemos como muy moral, pues estamos tergiversando  nuestra vida, estamos haciéndonos daño y haciendo daño a los demás. Por eso, es tan importante que reconozcamos nuestro pecados.

Ahora que se están abriendo las iglesias vamos a tener oportunidad de confesarnos. Yo los invito a que lo hagamos, que tratemos de reconciliarnos con Dios. No solamente como lo hemos hecho estos meses, a través de esa actitud, de arrepentimiento o esa contrición perfecta, sino también a través de confesión sacramental.

Tratemos, cuando algún hermano, esté mal, con caridad y amor, no juzgándolo, pues de acercarnos y hacerle ver que aquello que hace no está bien. Y cuando no tengamos posibilidad de hacerlo, pues recemos por esa persona.

La oración, también es una forma de corrección fraterna. Por eso, tenemos que rezar por nosotros los pecadores; tenemos que rezar unos por otros; tenemos que rezar por nuestra autoridades, no solamente las civiles, sino también por las eclesiásticas, porque todos necesitamos esa ayuda, y porque lo más importante es el ser humano.

En algunos comentarios decían – pero por qué están abiertas las cantinas o los lugares de vicio, y las iglesias no las abren – por una sencilla razón, porque a la Iglesia le interesa el bien de las personas; a la cantina le interesa el negocio. Es por eso, que no se han abierto algunas iglesias, con todo y que esto trae una repercusión muy negativa, hasta para la misma comunidad. No es por un capricho, es por protegernos.

Por eso, ahora que van abrir las iglesias va a empezar a ver un culto, tratemos de hacerlo ordenadamente y siguiendo las reglas que sean establecido, para que poco a poco podamos ir integrándonos a una vida normal, y por lo pronto esta cierta normalidad, con estos límites que nos traen los semáforos que se han puesto y las condiciones que nos han puesto.

Si se fijan es una ley externa, pero que nos ayuda a todos y nos protege a todos, porque la ley siempre tiene que estar en favor de proteger al ser humano.

Yo los invito a que hagamos la ley para que sirva, para nuestra protección, y que cada uno de nosotros no nos hagamos indiferentes ante nuestros hermanos, sino que contribuyamos para que todos vivamos, no solo religiosamente, sino moralmente en gracia de Dios y sepamos beneficiarnos de esa gracia para los demás.

Que así sea.